UN INSULTO A LA INTELIGENCIA DEL ESPECTADOR QUE REBASA, UNA Y OTRA VEZ, LA FRONTERA DE LA VERGÜENZA AJENA
"Pacific Rim" es cine-basura. Pero, esó sí, se inscribe nítidamente dentro de la corriente de alto presupuesto (puesta de moda de aquí a un tiempo: "Independence day", "Transformers"...), es decir, un guión que parece haber sido sacado directamente de un estercolero pero luego dotado del apabullante despliegue visual que agota su contenido y justifica, en principio, el pase por taquilla. Claro que aquí la cosa se desmadra, tanto por las sumas invertidas en pirotecnia audiovisual como por la incomensurable estulticia de la historia, ridícula en su planteamiento, ilimitadamente estúpida en su desarrollo y directamente abochornante en su desenlace. Un insulto incesante a la inteligencia del espectador que rebasa, una y otra vez, la frontera de la vergüenza ajena.
Guillermo del Toro se arropa de su troupe habitual (Torrente-Segura incluido) para intentar un pelotazo en la taquilla veraniega con un sonrojante revival de las películas niponas de monstruos gigantes que parece dirigido a espectadores sin la ESO y donde ni siquiera la imaginería visual funciona correctamente: en las luchas entre los bichos y los robots apenas se alcanza a discernir lo que sucede, tal es la confusión y el desmadre. Un desatino que sólo puede sostenerse bajo la persuasión de que o el espectador es tonto o ciego devoto del culto a las películas idiotas que caracteriza al director mejicano.
"Pacific" deberá ser, pues, el sufrido feligrés que pase por taquilla para ver este engendro si quiere vencer la tentación de abandonar la sala declamando en alta voz un nutrido conjunto de lindezas dirigidas a sus artífices.