Quienes, cuando chavales, nos dejamos los dedos en el joystick de la consola repartiendo mamporros gráficos con el Street Fighter II teníamos una cita obligada con el estreno de la versión fílmica anunciado para el pasado viernes. Olvidada el desopilante y patética antecedente de 1.994 a cargo de Van Damme y Kylye Minogue (que requeriría de una saga entera de comentarios), se vislumbraba la posibilidad de presenciar, al fin, en la gran pantalla una digna recreación de las cabriolas y poderes de Ryu, Bison, Sagat y compañía.
Pues nada de eso, muchachos. Mal augurio ya la idea del guionista de dar el protagonismo al más ñoño y flojo de los personajes de la saga, la anoréxica Chun-Li, aquí malinterpretada por la cursi y frígida novia de Supermán en "Smallville". Pero lo realmente malo es que cuanto uno ve durante las casi dos horas de metraje guarda con el universo Street Fighter la misma relación que con "La verbena de la paloma". Y, encima, el Director (un obrero del oficio como Andrzej Bartkoviak) se pone estupendo y se dedica a empaquetar al sufrido espectador una "historia" con mucho sentimiento y tal. Bodrio morrocotudo, pues, que a cambio de siete euros tima al feligrés con una versión a base de tortazos de "Mujercitas".
Huyan, pues, como de la peste, amigos, o corren el riesgo de que el cabreo les haga practicar el street fighting con el primero que se ponga por delante al terminar la proyección.