lunes, 13 de julio de 2009

"LA CLASE": BODRIO ACADÉMICO DE TOMO Y LOMO


















Visionar "La clase", encumbrada por la crítica como la película del año, constituye una experiencia altísimamente recomendable. Pero no, desde luego, para disfrutar de sus inexistentes valores cinematográficos, sino como patente muestra de los derroteros por que discurre la legión de necios que han ocupado su tiempo emborronando páginas con la glosa de este pestiño.

"La clase" podría pasar como proyecto de fin de curso de una Instituto de Bachillerato. A un pelele sin otro rodaje que un par de lecciones de cine se le toleraría un producto sin medios, sin guión, sin técnica de rodaje y en el que nada de lo que sucede, de principio a fin, tiene, en realidad, el más mínimo interés. Pero que durante cerca de dos horas (¡) un presunto Director profesional se dedique, cámara en mano, a pasearse por una escuela francesa para retratar, en plan "Gran Hermano", una docena de episodios tan interesantes como un documental sobre la metalurgia etrusca excede, notoriamente, de lo soportable. Y eso, muchachos, es "La clase". O, al menos, lo es para el común de los mortales. Porque, bien al contrario, en manos de la crítica, el engendro de marras resulta ser una auténtica obra de arte, con profundo mensaje social. Así que su encumbramiento prueba cruelmente que usted, pobre necio, no alcanza el nivel de perspicacia y sensibilidad necesario para el disfrute de tan egregia creación, a diferencia de tales elegidos.

Ahora bien, si su incomprensión de la presunta grandeza del film hace que les entren dudas, amigos, llévense a uno de tales iluminados a su casa y pásenle "Megashark vs. Giant Octopus". Su expresión hierática e indolente durante la proyección probará incontestablemente que existe todo un mundo de goce y diversión más allá de las pedantes y afectadas páginas del "Cahier du cinema".