lunes, 24 de diciembre de 2012

EL HOBBIT: SOPOR EN LA TIERRA MEDIA

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

El género humano se divide en dos facciones: los devotos de Tolkien y el resto. Para los primeros, "El Hobbit" debe ser un festín: tres horas de meticulosa recreación de apenas la tercera parte del libro con un presupuesto que da para todos los medios técnicos disponibles y un plantel de actores de primera. Para los segundos es algo parecido a un documental a cámara lenta sobre las vacaciones exóticas de un primo lejano: un soberano pestiño que ni el apabullante despliegue visual puede aligerar del todo. Y esto en un film de 200 millones de dólares sin otro propósito que el entretenimiento no admite perdón. Peter Jackson constata que su caída pendiente abajo continúa tras haber tocado el cielo con "El Señor de los Anillos" y logra una taquilla de infarto gracias a la legión de fans del amigo J.R.R. Pero el mérito es muy relativo: a esta gente le enseñas un olivo tocado por Gandalf y hacen un parque nacional. A los demás, a quiénes los orcos, los elfos, los anillos, Saurón y demás panoplia nos dice lo mismo que Pipi Calzaslargas, se nos aletarga durante tres interminables horas que ni la pirotecnica hace llevaderas. Así que las dos siguientes partes, en el mejor de los casos, se estrenarán en el emule y gracias         

domingo, 16 de diciembre de 2012

APOLLO 18: HOUSTON, TENEMOS UNA BRUJA DE BLAIR



















La moda de los falsos documentales parece, por desgracia, haber llegado para quedarse. Y, así, tras el aparatoso aterrizaje (por sus efectos en taquilla) de la famosa bruja de Blair, el sufrido espectador ha podido ser testigo de sucesivas réplicas a cargo de fantasmas gamberros, agresivos extraterrestres o lo que pase por delante de la cámara.

En "Apollo 18" el invento se desplaza nada menos que a la Luna, de la mano de una presuntamente postrera (y, claro, ultra-secreta) misión Apollo que, prometiéndoselas muy felices, terminan por ser objeto del ataque de unos bichos selenitas que (traidores ellos) simulan ser, si uno no se fija, vulgares cantos rodaos. Sin medios y sin oficio, la cosa, pese a que no empieza del todo mal, termina, claro, por despeñarse por los abismos de la estulticia cinematográfica. Para muestra, un botón. Si en el desenlace, naves y astronautas se van a freír gárgaras, ¿de dónde sacó la NASA las cintas (luego, al parecer, agudamente robadas por algún audaz internatuta) que presuntamente recogen el tremendo episodio espacial, que deberían andar orbitando por Marte?.

Para no alargar más el tema (que da para lo que da), excluyan, amigos, "Apollo 18" de su lista de posibles visionados y sustitúyanlo por alguna lectura sobre las misiones Apollo (las de verdad), que, mucho más bien les hará que el bodrio fílmico que hoy nos ha ocupado.