miércoles, 16 de enero de 2013

DJANGO DESENCADENADO: QUÉ CRUZ...



















Como la cosa no merece más tiempo del que merece, baste decir que la última criatura de Tarantino es más de lo mismo, aunque con la agravante de un guión que se sale muy por arriba en la escala de la oligofrenia. Violencia absurda y gratuita, una historia propia de una novelucha de euro y medio y exasperantes e inacabables diálogos componen el infame conjunto de la última tarantinada. O sea que más de lo mismo, como se adelantó.

Así pues, lo único que desencadenará este producto, si llega a cometer la imprudencia de visionarlo, es su  furor y su irritación. Y si no quieren que a eso se sume la impresión de haber sido de nuevo estafados, les recomiendo que, de tener el tiempo y la paciencia necesarios para aguantar un pase, ni se les ocurra acudir a una sala de cine. Streamig por Internet y a otra cosa, que esta basura no valdría ni el precio de las chuches imprescindibles para aliviar el trago. 

Por cierto, "Django..." está nominada al Oscar...Qué bajo puede usted caer, dear uncle.             

LA VIDA DE PI: AL FINAL DEL AÑO, LO MEJOR DE LA DÉCADA




















Quien quiera ver una obra maestra no puede hacer mejor inversión que pagar una entrada para "La vida de Pi". Y es que con ese único ticket podrá degustar dos por el precio de una.

La primera, que ocupa los ciento diez minutos iniciales del metraje, es una deslumbrante cinta de aventuras, ataviada con uno de los más brillantes despliegues visuales de la historia del cine, que mantendrá al afortunado espectador pegado al asiento durante una hora y cincuenta minutos preguntándose qué va a suceder a continuación. La única pega es que su  avance desafía progresivamente la credulidad del espectador. Pero es entonces cuando el desenlace llega al rescate, dando sentido y coherencia al film y transformándolo en algo totalmente diferente. 

Porque ni "La vida de Pi" ni el libro de Yann Martel que Ang Lee lleva con maestría a la gran pantalla versan, en realidad, sobre la aventuras de un náufrago Pi y su tigre de Bengala. Son una reflexión de asombrosa profundidad sobre el origen y la naturaleza de las religiones. Tras haber abrazado el hinduismo, el cristianismo y el islam, Pi, ante su descenso a los infiernos, se ve obligado a  fabricar su propia mitología, una increíble gesta de tigres, cebras, orangutanes e islas perdidas en el mar que sustituye a la historia de degradación, muerte homicida y canibalismo que se inicia tras su naufragio. Lee (superando los titubeos del libro) disecciona así, con la precisión de un bisturí, la esencia de una religión: una fabulación que edulcora con leyendas las partes más cruentas e indigeribles de la existencia humana. Inexplicablemente, por cierto, hay quien ha visto en el film un ejercicio de proselitismo religioso. Muestra evidente de no haberlo entendido bien.

"La vida de Pi" (el nombre es todo un guiño: "pi" es el número irracional por excelencia) es la mejor película del año 2.012 y de la década iniciada en 2.010. Una obra maestra que debe mucha de su grandeza al libro de Martel, una lectura altamente recomendable para atar del todo los cabos de este magnífico conjunto. 

Fabulosa. Ahora, la pelota queda en el tejado de los mastuerzos hollywoodenses, de los que puede esperarse cualquier cosa.