sábado, 22 de marzo de 2014

DALLAS BUYERS CLUB: MÁS DE LO MISMO



















SUCESIÓN DE TÓPICOS A MAYOR GLORIA DE SUS DOS PROTAGONISTAS

"Dallas buyers club" es uno de esos films que desentierra una historia ignota (la de los grupos de infectados de SIDA a la búsqueda de curas químicas milagrosas fuera de la medicina oficial) para usarla como vehículo de tópicazos que ya habremos visto unos 100 veces antes. La lucha de unos desheredados de la fortuna (aquí representado por un electricista pluriempleado a vaquero de rodeo, drogata, borracho y putero y una interminable legión de gays infectados de VIH) contra el "sistema" (léase farmacéuticas & pérfida FDA, artífices de las mayores maldades por el vil metal) es argumento de unas 10.000 películas previas. Y en ésta, además, resulta dibujado con bastante tosquedad y de modo harto tramposo. Tras un comienzo prometedor, el film incurre en una sucesión de topicazos y buenismo maniqueo perfectamente previsible, que anticipa desde muchas millas antes su desenlace.

El film se ha llevado dos Oscar para sus protagonistas, pero incluso aquí hay trampa, pues son los consabidos papeles hechos a la medida de tal propósito: perdedores y malditos que, de no ser reconocidos, atraerán sobre la Academia la ira de los sensibles de espíritu.

Club muy plano, lerdo y bastante tedioso este montado en Dallas. Aunque, si lo desean, háganle caso, pasen de su médico y busquen por ahí a un ebanista que, si al film hemos de creer, le traerá de Kuala Lumpur una receta infalible para  la Hepatitis C que les atormenta.