jueves, 23 de agosto de 2012

EL LEGADO DE BOURNE: SEGUNDAS PARTES...



















La saga de Bourne, que se cuenta entre lo más brillante del cine de acción de este siglo, se apuntó el mérito de demostrar que adrenalina y correcto funcionamiento neuronal no son términos antitéticos: el virtuosismo de la acción y la inteligencia del guión van, con Bourne, de la mano. Por eso, concluida la trilogía, difícil era evitar que su éxito la prolongara en nuevas secuelas, cuyo primer exponente tenemos ya en la cartelera, con propósito, confeso en su propio título, de colgar del cordón umbilical de sus precedesoras.

Pero, cambiado el director, guionista y protagonista, el resultado, como era previsible, no está a la altura de la matriz. Todo baja un par de peldaños para situar el film en un producto digno, pero alejado de la excelencia, que termina por perderse en los tópicos al uso del género. "El legado..." no aburre, dicho sea en su favor, pero ahí termina su mayor mérito. Así que más que un legado lo que topamos es una herencia, claramente empobrecida, del rico hacendado que la hizo nacer. Y que, favorecida por la taquilla, no lo duden, continuará.    

lunes, 6 de agosto de 2012

PROMETHEUS: PROMESAS...INCUMPLIDAS




















Si Mr. Ridley Scott, creador de "Alien",  estrena la que dice precuela de hito tan fundamental del cine fantástico, hay que prestar atención. Aunque, eso sí, con la cautela debida, pues el artífice del octavo pasajero lo es también de bodrios como "La Teniente O'Neill" y nunca ha vuelto a rozar las alturas de aquella epopeya espacial. La grandilocuencia de los propósitos anunciados para el film aumenta, con todo, y mucho, las expectativas. Y así es como se cocina el chasco.

"Prometheus" consta de un guión deshilachado, con más agujeros que un queso gruyere, y tan plagado de trampas que se desliza de inmediato hacia el terreno de la farsa prefabricada para hacer taquilla. Nada, salvo el despliegue audiovisual, está a la altura. Hasta con casquería gratuita se nos obsequia, a falta de reclamo mejor. Ni por un momento se consigue, en suma, hacer creer al espectador que cuanto aparece en pantalla tiene viso alguno de verosimilitud. El resultado: un bluff de un director en evidente decadencia y que ya sólo vive de glorias pasadas, al modo de Spielberg y alguna que otra pieza de museo más.

Así que "Prometheus" promete lo que no da. Pero esto sólo lo averiguaremos cuando ya hemos aflojado la pasta, pasando por taquilla. Con tales mimbres, parece evidente que el amigo Ridley debería dejar lo del cine y meterse en lo que de verdad casa con semejantes procedimientos: la conquista de la White House, empeño en el que los chascos se dan ya por descontados de partida.