lunes, 19 de octubre de 2009

AGORA:



















"Agora" debe ser saludada, sin matices, como una valiente y saludabilísima apuesta cinematográfica. Amenábar (de largo, el mejor cineasta español; no hagan comparaciones, por odiosas, con el insufrible Almodóvar) se atreve con un punto de partida de interés casi marginal para proponer una reflexión de amplio alcance sobre la capacidad alienante de las ideologías (aquí representadas por un cristianismo incipiente) a través de una historia llevada con oficio y rigor hasta su desenlace. Aunque hay un "pero", la frialdad del film, que hace que uno mire sin sentir ni padecer. En todo caso, una objeción que no empaña el enorme mérito de llevar a la pantalla asuntos que, de bullir más en la cabeza del respetable, purgarían este valle de lágrimas de algunas de sus peores desgracias.

lunes, 12 de octubre de 2009

LOS SUSTITUTOS: ESTA VEZ, SÍ




















"Los sustitutos" tiene el honor de romper con la larga racha de bodrios que ha ocupado este blog las últimas semanas.

Su planteamiento argumental resulta ya sugerente. En un mundo futuro (aunque sin mucha apariencia de tal, por exigencias del presupuesto), los individuos son sustituidos en sociedad por réplicas robóticas a gusto del consumidor. Como consecuencia, naturalmente, el mundo es un hervidero de juventud y belleza, con la senectud y la fealdad confinadas a las cuatro paredes en donde moran los humanos sustituidos. ¿Todos? No. Como en la famosa aldea gala, subsisten núcleos de irreductibles "biológicos" (los "Dreds"), confinados en reservas, que se niegan a pasar por el aro. La trama da inicio cuando aparece un arma capaz de acabar a distancia no sólo con la réplica robótica, sino también con su equivalente humano, de modo que el film narra el esfuerzo de un convincente Bruce Willis por anular la gigantesca amenaza.

Al margen de un guión bien llevado, "Los sustitutos" encierra una crítica mordaz contra la deificación de la juventud y la belleza, explorando sus últimas consecuencias. El film, desde luego, no es perfecto, pues el compromiso con la taquilla obliga, no pocas veces, a sacrificar el rigor para construir un producto de digestión rápida. Pero, eso sí, dentro de límites razonables.

Una elección recomendable, que hubiera podido dar aun más de sí, y que plantea interesantes posibilidades. Por ejemplo, dotar a la clase política de sendos sustitutos cuya impactante apariencia dulcificase el trago de soportar sus patrañas, mentiras y peroratas.

sábado, 10 de octubre de 2009

MALDITOS BASTARDOS: MALDITO TARANTINO



















"Malditos bastardos", la última criatura de Quentin Tarantino, es exactamente eso, otra película de Tarantino, producto, como las anteriores, de la regurgitación de las toneladas de cine-basura previamente ingerido durante décadas por tal sujeto.

La lectura del argumento evidencia que este anormal ha buscado la mejor excusa que se le ocurrió para dedicarse, sin contemplaciones, a mostrar el auténtico leit-motiv de su cine: la impúdica ostentación de su sadismo enfermizo, previendo que a nadie le dolerán prendas por ver a una pandilla de nazis sometidos a los manejos brutales urdidos por su imaginación. El 85% del metraje de esta cosa es, con todo, un aburridísimo ejercicio de autocomplacencia condensado en interminables monólogos en los que, presuntamente, Tarantino muestra su inteligencia y maestría. El guión da risa, los actores están patéticos (comenzando por Brad Pitt, únicamente ocupado en poner la misma cara de paleto de la América profunda, sin una sola inflexión, de principio a fin) y la realización hace patente que la mayor parte del presupuesto ha ido al peto del Director y sus secuaces.

En suma, una nueva tomadura de pelo de Tarantino, un exabrupto sostenido por la legión de papanatas que les ríe las gracias y le garantiza continuar la franquicia por mucho tiempo. Pero una cosa sí hay que reconocer: la eficacia de su apelación a la violencia. Pues hasta el más pacífico de los mortales (salvo que esté enrolado en su troupe de seguidores) siente, tras contemplar el engendro, unas irrefrenables ganas de partirle la cara a su artífice que, a buen seguro, no encontraría, pese a su querencia por la truculencia, la escena a su gusto. ¿Para cuando la jubilación, Quentin, y la entrega, por ejemplo, a idílicos paseos a la vera del mar en grata compañía, que, en tu caso, sería deseable practicase la psiquiatría?

domingo, 4 de octubre de 2009

[REC] 2: BODRIO AL CUADRADO


















REC 2 es un producto sin otra pretensión que estirar, vía clonación, el éxito de su estimable primera parte. El resultado es risible, desastroso. Ya no sólo por la impúdica renuncia a cualquier atisbo de originalidad, sino por la estulticia de todos y cada uno de sus elementos.


Este fallido film se inicia exactamente donde terminó el primero, creando la apariencia de ser la segunda parte del metraje. Si ese hubiera sido el caso y la primera entrega constase de las tres horas de rodaje, se hubiese hablado de una película extremadamente irregular, con un remarcable inicio y una segunda mitad directamente destinada a la basura. Y es que REC 2 no es más que una mimética (y, a la postre, cansina) reiteración de todas y cada una de las situaciones narradas en su antecesora, aunque con dos serios agravantes: un guión que transita equidistante entre el delirio etílico y la pura y simple tomadura de pelo y una realización a la altura de una función escolar, de la que la película ya avisa en su mismo comienzo presentando en pantalla a unas "fuerzas especiales" integradas por una especie de fontaneros ataviados con atrezzo de desecho.


Con semejantes ingredientes, la cosa termina del modo previsible: tras media hora de proyección se oyen las primeras risas, que se vuelven pronto carcajadas. En escaso margen de tiempo el film toma un cariz burdo, patético, como en las tomas subjetivas que replican en registro casposo secuencias de los "Aliens" de James Cameron. A buen seguro, no obstante, que el reclamo de la anterior entrega permitirá unas cifras de taquilla nada desdeñables. Como peaje, Balagueró ha arruinado con este terrible estropicio buena parte de su bien ganada reputación. Pero, al parecer, el catalán ha optado en este caso por entender que la película es bona si la bolsa sona.