miércoles, 25 de julio de 2012

EL CABALLERO OSCURO, LA LEYENDA RENACE: ÉPICA INSENSATEZ



















Tras revivir una franquicia moribunda, Christopher Nolan, parapetado en una desmadrada campaña de promoción, nos ofrece la parte presuntamente final de su trilogía de Batman, el más flojo de los superhéroes, con sus gadgets comprados a proveedores, sus escuetas habilidades como reparte-tortazos y su traje salido de una fiesta cutre de carnaval. Entrega final que debería ser (como que me llamo Cristopher) la-madre-de-todas-las-películas-de-superhéroes-por-siempre-jamás-filmadas.

El resultado es que, sólo atento a su misión histórica de cambiar la historia del séptimo arte por los siglos de los siglos, al amigo Nolan se le ha olvidado contar una historia coherente que no exija del espectador un esfuerzo de fe y complicidad digno de los pacientes de Carlos Jesús. Esto es, en realidad, lo que termina por suceder. Con toda la grandiosidad visual que se quiera, la última entrega fílmica del hombre murciélago cuenta una patochada deslabazada cuyo ridículo hilo argumental se desmenuza a poco que se rasque su hipermillonaria cubierta. 

Con pretensiones de gravedad más falsas que una moneda de euro y medio y más fallidas que el rescate de Grecia, Batman se agota en un puro divertimento visual que se estrella una y otra vez en la insensatez de la historia. A la reserva, pues, con el caballero oscuro, Gotham, la mujer-gato, el comisario Gordon y demás integrantes de este cansino circo que ya no da más de sí. Pero no caerá esa breva. Mientras la franquicia rinda cuartos, el justiciero enmascarado seguirá administrando soplamoco tras soplamoco, haciendo medrar el único superpoder que le acompaña: la bat-paciencia de los espectadores, en niveles ya próximos a los de al prima de riesgo española.           

sábado, 14 de julio de 2012

EL DICTADOR: SUAVE PENDIENTE HACIA ABAJO



















Nadie entre cuyas inclinaciones se halle el humor gamberro e iconoclasta puede dejar de seguir las sucesivas entregas fílmicas de Sacha Baron Cohen, máxime tras la desopilante "Borat". Así que obligado era pasar por taquilla para visionar la última entrega del cómico english, "El Dictador".

La cinta de Cohen guarda una más que razonable proporción entre expectativas y resultados. Uno va a la sala a reír y eso es lo que consigue, además, en generosas dosis. Así que dudosa es la posibilidad de ver a nadie aporreando la taquilla al salir para pedir el reintegro del money. Muchos momentos logrados, no pocos muy logrados y alguno que otro más bien fallido componen la sucesión de secuencias hasta el desenlace de las andanzas del sátrapa africano que protagoniza el film.

Todo ello, naturalmente, no impide apreciar evidentes síntomas de pérdida de la frescura con la que Cohen inició sus andanzas fílmicas. "El Dictador" no es, en su registro, tan buena como "Bruno" y es, desde luego, claramente inferior a "Borat". Algo parecido a lo que sucede por estas latitudes con las sucesivas entregas de "Torrente". Así pues, apuren el trago los seguidores del histrión, que la cuarta entrega de sus ocurrencias tiene todas las papeletas para no pasar ya la nota de corte