viernes, 11 de abril de 2014

NOÉ: LA BIBLIA, EN VERSIÓN BIZARRA



















LIBÉRRIMA VERSIÓN DEL DILUVIO UNIVERSAL, CON UN ENCOMIABLE PROPÓSITO REFLEXIVO

Si se ponen en una licuadora un poco del relato del Diluvio Universal, otro de aventuras épicas de espada y brujería y se añade un punto de salsa metafísico-existencial, el producto puede parecerse al film que hoy nos ocupa, una versión lisérgico-filosófica del relato bíblico a cargo del irregular Darren Aronofsky.

Desde luego, que la crítica de guardia y grupos integristas religiosos hayan clamado al unísono contra la cinta es un muy positivo punto de partida. Y es que, en efecto, que tanta necedad junta se posicione contra algo es, ya de inicio, esperanzador. El hecho es que Aronofsky usa el relato bíblico como excusa para plantear un asunto pocas veces visto en la pantalla (o leído en un relato): que la existencia misma de la humanidad quede en las manos de un solo hombre. Porque a diferencia de lo que acaece en el Genesis, donde Yavhé ya cocina el plato él solito, condena al fondo del mar a toda la parroquia y salva a Noé & family y una buena legión de animalitos de la quema, en el film es Noé quien, como delegado del Creador, ha de tomar la decisión de si la raza humana vive o muere. Y ahí se produce el choque de trenes entre el sentimiento y la ética del deber, finalmente resuelto, claro está, a favor del primero.

El film adolece de un metraje excesivo, una no muy buena elección de actores (Russell Crowe no era el hombre adecuado) y un ritmo un punto irregular. A cambio, ofrece una propuesta sumamente original, hasta incurrir en un cierto bizarrismo, y un estimable espectáculo visual. Así que no hagan caso a la crítica y a los fanáticos y pasen por taquilla. No se quedarán extasiados, pero disfrutarán del pase y se les vendrán a  la cabeza algunos interesantes temas de reflexión.