miércoles, 21 de agosto de 2013

PACIFIC RIM: LA BASURA, POR LAS NUBES




















UN INSULTO A LA INTELIGENCIA DEL ESPECTADOR QUE REBASA, UNA Y OTRA VEZ, LA FRONTERA DE LA VERGÜENZA AJENA 


"Pacific Rim" es cine-basura. Pero, esó sí, se inscribe nítidamente dentro de la corriente de alto presupuesto (puesta de moda de aquí a un tiempo: "Independence day", "Transformers"...), es decir, un guión que parece haber sido sacado directamente de un estercolero pero luego dotado del apabullante despliegue visual que agota su contenido y justifica, en principio, el pase por taquilla. Claro que aquí la cosa se desmadra, tanto por las sumas invertidas en pirotecnia audiovisual como por la incomensurable estulticia de la historia, ridícula en su planteamiento, ilimitadamente estúpida en su desarrollo y directamente abochornante en su desenlace. Un insulto incesante a la inteligencia del espectador que rebasa, una y otra vez, la frontera de la vergüenza ajena.

Guillermo del Toro se arropa de su troupe habitual (Torrente-Segura incluido) para intentar un pelotazo en la taquilla veraniega con un sonrojante revival de las películas niponas de monstruos gigantes que parece dirigido a espectadores sin la ESO y donde ni siquiera la imaginería visual funciona correctamente: en las luchas entre los bichos y los robots apenas se alcanza a discernir lo que sucede, tal es la confusión y el desmadre. Un desatino que sólo puede sostenerse bajo la persuasión de que o el espectador es tonto o ciego devoto del culto a las películas idiotas que caracteriza al director mejicano.

"Pacific" deberá ser, pues, el sufrido feligrés que pase por taquilla para ver este engendro si quiere vencer la tentación de abandonar la sala declamando en alta voz un nutrido conjunto de lindezas dirigidas a sus artífices.   

         

martes, 13 de agosto de 2013

GUERRA MUNDIAL Z: TAMBIÉN LOS ZOMBIES MADURAN



















El cine de zombies, obediente al mandato bíblico, nació y se multiplicó. Así que tras el parto (a cargo de papá George A. Romero), la criatura proliferó y dio origen a obras notables, desopilantes desmadres (viene de inmediato a la memoria toda la zombiexplotation italiana de los 80) y, finalmente, a una cansina retahíla de monótonas carnicerías que amenazaba con ahuyentar hasta a los más devotos del género. Y en esto llegan al rescate Max Brooks, poniendo en pie todo un universo que encuadra y da coherencia al conjunto, y Marc Foster, ofreciendo un film que da (por fin) un paso adelante, deja de lado el consabido festival gore y ofrece un gran espectáculo de acción que adentra al subgénero en una nueva era. Uniendo talento y medios, Guerra Mundial Z no defraudará ni a los zombie-fans (salvo que sean adictos a las vísceras, en cuyo caso lo que necesitan no es un cine, sino un psiquiatra) ni a quien se acerque a una sala de proyección buscando, sencillamente, un par de horas de buena diversión.

Bravo por esta nueva guerra mundial, que el film no hace más que iniciar (buena noticia) y que promete deparar satisfacciones en el futuro a condición de mantener el pabellón al mismo nivel. Entre tanto, hagan acopio de provisiones y prepárense a resistir, amigos, que la invasión va para largo y estos zombies no se paran en barras.