Nadie entre cuyas inclinaciones se halle el humor gamberro e iconoclasta puede dejar de seguir las sucesivas entregas fílmicas de Sacha Baron Cohen, máxime tras la desopilante "Borat". Así que obligado era pasar por taquilla para visionar la última entrega del cómico english, "El Dictador".
La cinta de Cohen guarda una más que razonable proporción entre expectativas y resultados. Uno va a la sala a reír y eso es lo que consigue, además, en generosas dosis. Así que dudosa es la posibilidad de ver a nadie aporreando la taquilla al salir para pedir el reintegro del money. Muchos momentos logrados, no pocos muy logrados y alguno que otro más bien fallido componen la sucesión de secuencias hasta el desenlace de las andanzas del sátrapa africano que protagoniza el film.
Todo ello, naturalmente, no impide apreciar evidentes síntomas de pérdida de la frescura con la que Cohen inició sus andanzas fílmicas. "El Dictador" no es, en su registro, tan buena como "Bruno" y es, desde luego, claramente inferior a "Borat". Algo parecido a lo que sucede por estas latitudes con las sucesivas entregas de "Torrente". Así pues, apuren el trago los seguidores del histrión, que la cuarta entrega de sus ocurrencias tiene todas las papeletas para no pasar ya la nota de corte