sábado, 27 de agosto de 2011

LA HERENCIA VALDEMAR II (LA SOMBRA PROHIBIDA): MÁS DIFÍCIL TODAVÍA



















La primera parte de "La herencia Valdemar" mudaba bruscamente de la comedia involuntaria que semejante bodrio constituía al más puro cine de terror en el postrero suspiro del film, es decir, cuando se anunciaba que habría segunda parte, anuncio que dejaba en mantillas a las peores profecías de Nostradamus.

Dicho y hecho. "La sombra prohibida" asomó hace ya algunos meses por la pantalla y mostró que, por difícil de creer que parezca, su antecesora era aun empeorable. Meritorio el trabajo de los actores de este engendro, a la altura de una obra de teatro escolar, pues se antoja ciertamente dificultoso rodarlo sin ser presa de un incontenible ataque de risa. Debe, con todo, hacerse salvedad del animatronic que encarna al Gran Cthulhu, en el que ha debido gastarse el 50% del presupuesto del film, y que merece sobradamente un visionado de los cinco minutos que ocupa la pantalla. Buen trabajo, informáticos.

Por lo demás, tenemos una nueva prueba de que el entusiasmo y los buenos propósitos no dan, por sí solos, para hacer cine. Si no se une una dosis mínima de talento y know how, salen cosas como ésta, que de sombra tiene mucho y de prohibida debiera tenerlo casi todo.