sábado, 10 de enero de 2009

ROCKNROLLA: PASEN Y DIVIÉRTANSE















Si estás harto de la sobreabundancia de cine pedante, afectado y pretencioso (que no hace falta buscar en cintas existencialistas, ahí están "The dark knight" o "300" para demostrarlo), hallarás en Rocknrolla, el último film de Guy Ritchie ("Snatch, cerdos y diamantes"), el antídoto perfecto.

Rocknrolla se propone exactamente lo que cualquier film debiera pretender (aunque cada vez sea mayor el número de quienes lo olvidan): dar al espectador hora y media de diversión sin exigir a cambio que deje el cerebro en taquilla. Rocknrolla es cine gamberro, inteligente, políticamente incorrecto y, por encima de todo, rabiosamente divertido. Yonquis pasados de rosca, ladrones por encargo, concejales corruptos, contables receptadores, homosexuales salidos del armario, abogados chaperos, promotores inmobiliarios, sicarios, mafiosos rusos, rockeros de regional preferente, productores musicales, peristas, gangsters incompetentes, simples patanes y un sinfín de personajes más dan vida a la gigantesca y descacharrante farsa sobre los bajos (y altos) fondos de Londres con la que Ritchie invita al público a pasarlo en la proyección tan estupendamente como (a la vista salta) él se lo ha pasado filmando. Y lo hace proponiendo un trato sincero, honesto y nada tramposo: 6 euros a cambio de 100 minutos de entretenidísima farra cinematográfica. No más, pero no menos.

Rocknrolla se anuncia como la primera parte de una trilogía que promete mantener el nivel. Máxime una vez Ritchie se ha desembarazado de la compañía de su infame ex-esposa Madonna (el personaje más vulgar y pedorro de la cultura popular de los últimos 25 años), arrancando en el proceso una millonada que aumenta los medios a su disposición continuar la saga.

Si te sobran seis euros y una tarde aburrida, no lo dudes. Acude a un cine y disfruta de Rocknrolla. Te sorprenderás saliendo de la sala con una sonrisa de oreja a oreja y reconciliado con la nobilísima profesión de entretener al respetable.


Aunque, eso sí, se te echó en falta, Brief Safe. Las risas nos hubieran durado meses.