Un asesino a sueldo (o cómplice de idem., que tanto da) va de aquí para allá, mata que te matarás, hasta que, por razones comprensibles, unos tipos le ofrecen su propia medicina. Of course, el menda se salva (caso contrario, adiós, película), busca un escondite y allí (¡qué bonito!)se enamora de una hermosa dama y le inunda el anhelo de dejar atrás su vida errante para buscar la felicidad. Si creen que esto ya lo han visto una docena de veces, no se equivocan. Pues "El asesino" no da para más. Pero la cosa es aun peor. Y es que no contento con descubrir la pólvora (si de guión hablamos), el Sr. Director nos sirve este plato recalentado diez veces al mismo ritmo que una carrera de caracoles con reuma. El resultado, del que sólo se salva un par de secuencias afortunadas, es todo un desafío a la capacidad del espectador de mantenerse despierto. Así que si se les ocurre a ustedes acudir a visionar las andanzas de George Clooney, nada de "americano": un café cargadísimo será su único aliado en la dura batalla contra el sopor que les espera durante las siguiente hora y media. Aunque si sufren problemas de insomnio, no duden en abandonarse en los brazos de Morfeo: un sueñecito reparador vale más que cuanto esta anodina cosa puede ofrecerles.
viernes, 1 de octubre de 2010
EL AMERICANO: UN CAFÉ CARGADO, POR FAVOR
Un asesino a sueldo (o cómplice de idem., que tanto da) va de aquí para allá, mata que te matarás, hasta que, por razones comprensibles, unos tipos le ofrecen su propia medicina. Of course, el menda se salva (caso contrario, adiós, película), busca un escondite y allí (¡qué bonito!)se enamora de una hermosa dama y le inunda el anhelo de dejar atrás su vida errante para buscar la felicidad. Si creen que esto ya lo han visto una docena de veces, no se equivocan. Pues "El asesino" no da para más. Pero la cosa es aun peor. Y es que no contento con descubrir la pólvora (si de guión hablamos), el Sr. Director nos sirve este plato recalentado diez veces al mismo ritmo que una carrera de caracoles con reuma. El resultado, del que sólo se salva un par de secuencias afortunadas, es todo un desafío a la capacidad del espectador de mantenerse despierto. Así que si se les ocurre a ustedes acudir a visionar las andanzas de George Clooney, nada de "americano": un café cargadísimo será su único aliado en la dura batalla contra el sopor que les espera durante las siguiente hora y media. Aunque si sufren problemas de insomnio, no duden en abandonarse en los brazos de Morfeo: un sueñecito reparador vale más que cuanto esta anodina cosa puede ofrecerles.