martes, 2 de marzo de 2010

SHUTTER ISLAND: MAMÁ, ¿ESTA NO LA HEMOS VISTO YA?



















"Shutter Island", último film de Martin Scorcesse, no tiene nada de original: es la versión, made in el interfecto, de una historia ya contada muchas veces, y la mayoría, además, mejor. Durante medio metraje se nos presenta el universo a través de los ojos del protagonista. Durante el otro medio, tras rasgarse el velo, se nos desvela que el sujeto en cuestión está como unas maracas de Machín y que todo lo que parecía vaca era buey. Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Un cuento cuyo final empieza a hacerse obvio mucho antes de lo deseable e incomparablemente mejor llevado a la pantalla, por ejemplo, en 1.990 por Adrian Lyne, en "La escalera de Jacob".

Así que, en resumen, nada hay en "Shutter..." que pase de ser una buena factura (que alcanza el nivel de excelente en la fotografía de exteriores) al servicio de un producto dirigido al consumo masivo que pretende ganar tono "adulto" con algún que otro ramalazo de cine político. Pero, claro, como el amigo Scorcesse está en los altares de los doctores de la crítica, le han caído toda clase de parabienes y bendiciones por una película que hará que el feligrés de turno abandone la sala pensando que, si ellos lo dicen, será. Pues no, amigo, no lo es, desconfíe usted de los veredcitos de estos jactanciosos guardianes de las esencias como de los vendedores de la teletienda. O menos, todavía, por que, por lo pronto, éstos, si no te gusta, te devuelven el dinero.