
REC 2 es un producto sin otra pretensión que estirar, vía clonación, el éxito de su estimable primera parte. El resultado es risible, desastroso. Ya no sólo por la impúdica renuncia a cualquier atisbo de originalidad, sino por la estulticia de todos y cada uno de sus elementos.
Este fallido film se inicia exactamente donde terminó el primero, creando la apariencia de ser la segunda parte del metraje. Si ese hubiera sido el caso y la primera entrega constase de las tres horas de rodaje, se hubiese hablado de una película extremadamente irregular, con un remarcable inicio y una segunda mitad directamente destinada a la basura. Y es que REC 2 no es más que una mimética (y, a la postre, cansina) reiteración de todas y cada una de las situaciones narradas en su antecesora, aunque con dos serios agravantes: un guión que transita equidistante entre el delirio etílico y la pura y simple tomadura de pelo y una realización a la altura de una función escolar, de la que la película ya avisa en su mismo comienzo presentando en pantalla a unas "fuerzas especiales" integradas por una especie de fontaneros ataviados con atrezzo de desecho.
Con semejantes ingredientes, la cosa termina del modo previsible: tras media hora de proyección se oyen las primeras risas, que se vuelven pronto carcajadas. En escaso margen de tiempo el film toma un cariz burdo, patético, como en las tomas subjetivas que replican en registro casposo secuencias de los "Aliens" de James Cameron. A buen seguro, no obstante, que el reclamo de la anterior entrega permitirá unas cifras de taquilla nada desdeñables. Como peaje, Balagueró ha arruinado con este terrible estropicio buena parte de su bien ganada reputación. Pero, al parecer, el catalán ha optado en este caso por entender que la película es bona si la bolsa sona.