Oblivion es el enésimo ejemplo de proyecto prometedor que fracasa a manos del déficit de talento. Y es que la historia contiene elementos que, debidamente gestionados, hubieran podido dar para mucho. Pero en poder de incompetentes no puede sacarse petróleo ni de una gasolinera. Así que lo que pudiera haber sido una bien llevada trama de clones abducidos hacia una realidad ficticia (idea, por cierto, claramente legataria de la (esta sí) talentosa "Moon") se resuelve en una colección de tópicos donde los momentos estrella se diluyen en el pésimo (como casi siempre) desempeño del colega Tom Cruise.
Y eso que, atención, el Director del invento resulta ser el autor de la novela gráfica que inspira el guión, versión fílmica de Saturno devorando a su hijo que les costará en taquilla más de lo que este conato merece.