domingo, 16 de diciembre de 2012

APOLLO 18: HOUSTON, TENEMOS UNA BRUJA DE BLAIR



















La moda de los falsos documentales parece, por desgracia, haber llegado para quedarse. Y, así, tras el aparatoso aterrizaje (por sus efectos en taquilla) de la famosa bruja de Blair, el sufrido espectador ha podido ser testigo de sucesivas réplicas a cargo de fantasmas gamberros, agresivos extraterrestres o lo que pase por delante de la cámara.

En "Apollo 18" el invento se desplaza nada menos que a la Luna, de la mano de una presuntamente postrera (y, claro, ultra-secreta) misión Apollo que, prometiéndoselas muy felices, terminan por ser objeto del ataque de unos bichos selenitas que (traidores ellos) simulan ser, si uno no se fija, vulgares cantos rodaos. Sin medios y sin oficio, la cosa, pese a que no empieza del todo mal, termina, claro, por despeñarse por los abismos de la estulticia cinematográfica. Para muestra, un botón. Si en el desenlace, naves y astronautas se van a freír gárgaras, ¿de dónde sacó la NASA las cintas (luego, al parecer, agudamente robadas por algún audaz internatuta) que presuntamente recogen el tremendo episodio espacial, que deberían andar orbitando por Marte?.

Para no alargar más el tema (que da para lo que da), excluyan, amigos, "Apollo 18" de su lista de posibles visionados y sustitúyanlo por alguna lectura sobre las misiones Apollo (las de verdad), que, mucho más bien les hará que el bodrio fílmico que hoy nos ha ocupado.