Así como existen películas que reescriben libremente una historia ("Los intocables de Eliott Ness"), otras la reescriben inconfesadamente. Es el caso de "La isla mínima", recreación apócrifa del crimen de las niñas de Alcasser que plasma en imágenes la historia sórdida que la plebe imaginó (nunca probada, claro), pero sin mencionar en momento alguno sus fuentes. Y añade, además, un barniz de cine político en aras, creería el Director, de dar más peso al conjunto.
El resultado se deja ver sin disgusto, pero no es, desde luego, la obra maestra que alguno ha querido pintar. Sus fallos (comenzando por los errores de guión) saltan a la vista e impiden que el film salga de la zona del cine resultón y voluntarioso. Así que no es ésta una película mínima, pero tampoco máxima. Se queda en el escalón medio-alto. Lo que, en los tiempos que corren, y tratándose de un producto nacional, no está nada mal, por cierto.