miércoles, 16 de noviembre de 2011

OTRA TIERRA: OTRA TONTERÍA



















Aunque cierto es que la lluvia de premios cosechados en festivales "independientes" por "Otra Tierra" no auguraba nada bueno, su planteamiento argumental parecía justificar un pase por taquilla. Pues va a ser que no. El resultado justificó todas las alarmas.

"Otra Tierra" son dos historias en una. La primera, que parece directamente sacada del argumento de un culebrón venezolano, narra como una atolondrada adolescente se carga con su coche a tres cuartas partes de una familia, niño incluido, dejando sólo vivo a papá. Cuatro años después, tras el pertinente pase por el trullo, se le ocurre hacerle una visita al interfecto para presentar sus disculpas y, tate, entre pitos y flautas los dos tortolitos se me enamoran y ya la tenemos liada. Pero es la segunda historia (en realidad, el reclamo de la cinta) la que merece mayor atención. Aquí se cuenta como, así, por las buenas, y sin explicación, aparece al lado otro planeta clónico de La Tierra, con todo igualito que el nuestro, que ofrece, claro, la consabida oportunidad de redención. Y cierto es que este relato sí que no deja indiferente, pues está llamado a pasar, por méritos propios, a la historia de la ciencia ficción como uno de las cosas más estúpidas, ridículas e inconsistentes jamás ideada. Un ejemplo: en lugar de enfocar las antenas a la otra Tierra para ver qué se cuece por allá, los terrícolas de este lado se enteran del enredo vía conversación de radioaficionados clónicos. Y así, suma y sigue.

Pero no se vayan, amigos, que aun hay más. Porque, al ser cine independiente, el desatino rebosa de todas las patologías del género: ínfimos medios, lentitud exasperante y pretenciosidad sin límite. El resultado final es un irrefrenable deseo de que la otra Tierra exista para enviar a ella, con billete sólo de ida, a director y guionista para siempre jamás.